jueves, 3 de noviembre de 2016

Tiempo de castañas, Celso Peyroux

Los últimos druidas
Tiempo
de castañas
Celso Peyroux

Éramos de niños unos esclavos de las castañas. Las recogíamos allí donde ni siquiera el jabalí podía meter su hocico. Había por aquel entonces –hace de esto más de medio siglo- cuatro momentos trascendentales en el campo: la yerba, el pan de escanda, el maíz y las castañas, todos ellos alimentos necesarios para la supervivencia de hombres, mujeres, niños y los animales de casa. Para Santa Cecilia ya se cerraba la música de los erizos cayendo sobre las hojas de los castañedos y no quedaba ni un fruto con que alimentar a las ardillas. Las comíamos: amagostadas, asadas, cocidas, mayucas para el año siguiente y pulguinas para los cerdos. Los “amagüestus” con sidra dulce eran frecuentes mientras el personal se reunía en alegres filandones. Hoy hay castañas para dar y tomar por estos valles. Nadie las recoge. Nadie pasa hambre en la comarca. La gente sin trabajo podría sacar réditos y los ociosos unas monedas para los hambrientos de Haití. Digo.

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